Estos últimos años parecieran ser los años en que esa parte de la comunicación corporativa llamada, comunicación interna, habría alcanzado su apogeo. Cada vez más empresas europeas, norteamericanas y de esta parte del continente están aplicando estrategias que contemplan este aspecto y la están usando no sólo como una variable competitiva, sino también como un aliado para conservar a sus trabajadores: los hoy llamados clientes internos.
Por eso llama la atención que en estos tiempos de endomarketing, marca interna y de premios internacionales al Best Place for Work (mejor lugar para trabajar), se escuchen todavía discursos, en los que se dirigen al cliente interno con frases que suenan a "deberían estar contentos de estar trabajando aquí". Parecería que quisieran dar a entender que basta que la empresa les ofrezca trabajo como para que ellos deberían estar ampliamente identificados y motivados, como para realizar en la empresa el mejor de los trabajos.
Claro, la lamentable frase con la que podría culminarse este razonamiento es: “los que no estén contentos con el trabajo, tienen la puerta abierta”.
Desgraciadamente para los directivos que suelen decir estas frases las cosas ya no funcionan así: yYa no basta ofrecer un puesto de trabajo al cliente interno, para trabajar plenamente motivado y sentirse totalmente identificado con la empresa, y obviamente menos se puede decir alegremente que "las puertas están abiertas para los que se quieran ir", como si hubiera un ejército de clientes internos debidamente capacitados y con idéntica experiencia, listos para reemplazarlos.
Los ejércitos de gente que busca trabajo, lamentablemente es aún una realidad en estos tiempos, pero es un error creer que estas personas que llegan a trabajar generalmente por un sueldo menor y con mucha menor experiencia, lleguen en algún momento a desarrollar siquiera parte de la motivación e identificación, de las personas que estamos dejando partir.
Para empezar las empresas necesitan una comunicación más directa con sus clientes internos, no sólo hay que informarles, sino que también hay que escuchar lo que tienen que decir, hay que conocerlos, conocer sus aspiraciones y tratar de que su desarrollo como profesionales y como personas vayan acordes con el desarrollo de la empresa.
Y en cuanto a los discursos de los directivos, deberían decir en lugar de “estén contentos y agradecidos de trabajar aquí”, más bien “estamos contentos y agradecidos que estén trabajando con nosotros” y concluir con la promesa: “seguiremos esforzándonos para que sigamos compartiendo un futuro juntos”.
Este tipo de actitudes son sólo el inicio, pero si los directivos se esfuerzan en cumplir con lo que dicen y prometen, obviamente las cosas serán mejores para todos.
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