Hace poco vi a un directivo haciendo una declaración oficial, pocos momentos después de tomarse medidas para enfrentar una crisis, que aparentemente fueron tomadas a tiempo. Esta declaración iba dirigida a sus públicos internos.
Decía más o menos así: el problema ha sido arreglado, tenemos todo controlado así que pueden volver a sus trabajos y dejar de lado rumores que no hacen bien a nadie.
Esta declaración al final no explicaba nada, no reconocía nada, solo pedía (casi exigía) que le den crédito por tratarse de él mismo, más que por el contenido de su mensaje.
Obviamente nadie se atrevió a contradecirlo, pues se trataba de una empresa de mando vertical, pero tampoco nadie se creyó esa versión, que no tenía el menor asidero, es más la insistencia en ciertos temas, hizo pensar a muchos que la verdad estaba en el lado contrario y lejos de terminar con los rumores, esa acción dio pie a unos nuevos.
Los tiempos en los que uno creía una versión solamente por las cualidades de la persona, hace tiempo que han quedado atrás. En este mundo donde la verdad ha sido pisoteada muchas veces, los stakeholders internos y externos (aunque más los primeros), se han vuelto muy desconfiados y necesitan argumentos, razones, pruebas para creer en los contenidos de una declaración oficial.
Lamentablemente hay todavía muchas empresas y muchos directivos que creen todavía, a pesar de la abundancia de argumentos en contra, que no se debe decir siempre la verdad, que no se debe ser totalmente trasparente, porque para ellos es un signo de debilidad ya que ven a la información como poder y a los empleados como no preparados para la información.
Pues bien, en el mundo hipertecnologizado de hoy lo que sobra es información y es cada vez más fácil acceder a ella, por lo que es obvio deducir que estos señores se han quedado todavía anclados en el siglo XX.
La versión oficial tiene que tener pues un mínimo de credibilidad, de información veraz, para que cumpla su cometido. Si queremos, podemos guardarnos detalles para más adelante, pero lo que no podemos esperar es que tras contarles una historia con un mínimo de realidad, nos den credibilidad, solo por que se las pedimos.
La declaración que hace un portavoz o un directivo tras una crisis, es una inmejorable oportunidad para comunicarse con varios stakeholders a la vez, es imperativo en ese momento enviar mensajes que contengan verdades, despejar inquietudes y lograr la confianza, tan necesaria para una organización luego de haber pasado por una crisis.
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