Muchos empresarios y directivos de empresas han aceptado casi como una verdad dogmática el hecho de que cuando una empresa vaya creciendo, es normal que vayan apareciendo problemas de deshonestidad, desobediencia o aprovechamiento del trabajo para intereses personales.
La respuesta en la mayoría de estos casos suele ser empezar a aplicar mayores controles: si antes había que pedir un documento para solicitar viáticos, ahora se piden dos. Si antes bastaba con una autorización verbal para ejecutar una acción, ahora hace falta la autorización escrita del jefe inmediato.
Estos controles pueden servir como solución temporal o paliativo para determinadas situaciones, pero no son la solución definitiva al problema. Eso desanimará inicialmente a los infractores, pero una vez que descubran cómo vencer las nuevas restricciones, volverán a la carga. El dicho "hecha la ley, hecha la trampa" sirve para ilustrar estos casos.
Lo que ocurrirá entonces es que se entrará en una espiral de nunca acabar: nuevos controles, nuevas infracciones y así sucesivamente, logrando que la empresa incurra en enormes gastos que encarecen operaciones, productos y/o servicios y hacen que sea cada vez más difícil que la empresa logre sus objetivos.
Además como probablemente los infractores descubiertos ya hayan sido despedidos, los que sufrirán la nuevas restricciones, son los empleados que se quedan, creando en ellos un innecesario clima de descontento, y desmotivación que puede resultar en disminución de la productividad.
LA SOLUCIÓN
¿Y dónde está la solución entonces? ¿es que acaso puede existir una en esas condiciones? Pues sí la hay y es mucho más barata y más simple que aplicar sofisticados sistemas burocráticos de control. La solución está en imponer una cultura organizacional con valores sólidos, y que promueva el compromiso con la empresa. Un empleado comprometido es un empleado que pondrá siempre primero a la empresa y ni se le ocurrirá valerse de ella para obtener beneficios personales.
Muchos dirán que es imposible , que ya no existen personas así, y que en todo caso es muy difícil cambiarles el "chip", con el que llegan al trabajo.
Los que piensan así, se parecen a los directivos de la Teoría X de McGregor y están derrotados desde el inicio: Siempre tendrán estos problemas con su personal.
Pero felizmente, existen muchos casos que muestran lo contrario: empresas como Disney, o Google, que se preocupan mucho de transmitir una cultura con valores sólidos a todos sus empleados, especialmente a los más nuevos y el resultado es que muy raras veces tienen problemas por la deslealtad o deshonestidad de sus trabajadores.
Eso sí, cuando existe una transgresión a las normas, estas empresas son muy drásticas y rápidas para castigar ejemplarmente a sus trabajadores. ¿Recuerdan que hizo Disney cuando descubrió que uno de sus empleados de un crucero descubrió que había robado una celular a unos pasajeros? fue despedido ipso facto y además de manera pública, transmitiendo un claro mensaje a todos sus públicos.
Así que ya lo sabe: si está teniendo ese tipo de problemas con su personal más que pensar que lo que está fallando son los sistemas de control, piense si está comunicando bien su Cultura Organizacional, si los valores que la componen han sido bien transmitidos, esto podría ayudarle no solamente a ahorrarse costosos y engorrosos sistemas nuevos, sino también a mejorar en gran medida las relaciones con su personal.
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