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viernes, 5 de marzo de 2021

Cómo mejorar la cultura organizacional en el marco del Covid 19

 

El Covid 19 marcó un antes y después en la vida de todos. Y en las organizaciones y los trabajadores ese antes y después ha sido particularmente impactante: muchas empresas tuvieron que cerrar, otras quebraron, muchos trabajadores se quedaron sin trabajo y los que pudieron seguir operando tuvieron que aprender nuevas formas de hacerlo.

Las empresas que tenían ya una cultura sólida y la habían transmitido adecuadamente a sus trabajadores, no tardaron mucho en encontrar el nuevo rumbo y adaptarse a los nuevos tiempos, logrando así que sus trabajadores no solo no se sientan abandonados, sino que sintieran aún más identificación y más compromiso con su empresa.

En cambio las empresas cuya cultura organizacional había decaído o nunca había sido tomada en cuenta por sus directivos, la situación fue muy diferente: los trabajadores pasaron en algunos momentos de sentirse a abandonados a otros en los que se sintieron literalmente acosados por su empresa, ya que no respetaba ya ni horarios de alimentación o descanso.

La situación no pasa pues simplemente por mejorar la cultura organizacional con una solución de tipo receta mágica,  sino con emprender el serio de propósito de enmendar la cultura de la empresa o construirla desde cero de ser el caso, trabajo nada fácil, pero tampoco imposible.



 

Diagnóstico

Obviamente el primer paso será el conocer la situación de la cultura de la empresa y para ello hay que aplicar los diagnósticos respectivos, ojo: no diagnósticos de clima o de satisfacción laboral (que también son importantes y complementarios), sino emplear verdaderos instrumentos que midan la cultura organizacional.

Existen muchos instrumentos en el mercado y algunos incluso de libre disponibilidad, todo está en tener la voluntad de aplicarlos, adaptándolos a la realidad local y luego sabiendo interpretar y difundir los resultados.

Esto último parece sencillo, pero muchas veces es bastante complejo. En el proceso de análisis de los resultados intervienen en ocasiones sesgos y opiniones personales, que traen como consecuencia interpretaciones erróneas sobre la cultura y si esto está mal, todo lo que sigue del proceso también estará mal. Una pista: la cultura debe partir de una visión compartida, no de una impuesta.

 

Comunicación

Este es el siguiente gran paso. Los resultados no deben ser archivados y guardados bajo siete llaves, luego de ser analizados deben comunicarse al personal para que los conozca y luego se inicie el proceso de interiorización.

Pero esa comunicación no debe ser solo una escueta carta, o una simple declaración oficial, debe ser más una campaña de difusión interna que emplee varios medios, que sea simple, que sea constante y cuyos resultados sean medibles.

Esta difusión puede disminuir de intensidad luego de que se compruebe que los resultados están siendo asimilados, pero nunca debe detenerse, siempre deben existir mensajes, símbolos, y recordatorios que hagan sentir a la gente que su cultura es una realidad y que está siempre allí.

 

Interiorización

Una vez que ya se conoce la cultura, los miembros de la empresa deben interiorizarla, hacerla suya, y eso se logra a través de celebraciones, acciones y rituales que si bien ya no van a ser iguales a los de los tiempos anteriores a los de la pandemia, pueden ser adaptados a esta nueva era de trabajo remoto.

Estas tipo de acciones repetitivas hacen que la cultura se tome parte del día a día, de las rutinas y esta es la mejor forma de interiorizarlas, en algún momento todos estarán viviendo y respirando la cultura organizacional.

 

No perder de vista: personas

En uno de los mejores videos que se han hecho para aconsejar a las empresas en esta época de pandemia, el autor español Joan Costa decía una verdad fundamental que lamentablemente se deja de tomar en cuenta más veces de que lo debería: “las empresas están formadas por personas y eso nunca se debe perder de vista”.

Y lo ha reafirmado también Joan Cwaik, autor del libro 7R: las 7 revoluciones tecnológicas que transforman nuestra vida: “Las culturas organizacionales que se adaptan mejor a esta pandemia son las orientadas a las personas y procesos, que adopten crítica y conscientemente las tecnologías disponibles”.

No se trata pues de estar detrás de los colaboradores para que cumplan hasta el último minuto de sus ocho horas de trabajo en estos tiempos de pandemia, ellos ya están bastante estresados por trabajar en un entorno que la mayor parte de las veces no es el adecuado y en el que están presentes otras obligaciones.

De lo que se trata es más bien de ser flexibles, comprensivos, que sientan la presencia de la empresa pero no para ser supervisados, sino más bien para sentirse respaldados, que sientan que la organización está con ellos.

Que sirva el ejemplo de Novakorp, una starup argentina, que en plena pandemia creció en lugar de reducirse o cerrar: “No controlamos días ni horarios, ni tampoco lugar del trabajo. Tratamos de fomentar que la gente se sienta más cómoda y a gusto. En lugar de controlar, apoyamos. Eso hace que cada uno dé lo mejor de sí”,  comenta uno de sus directivos Agustín Zucchet.

Y al final eso es lo que logra una cultura sólida y bien definida: que todos den lo mejor de sí.

jueves, 21 de junio de 2018

Enseñando Nuestra Cultura Organizacional

"No entiendo",  me comentaba un colega que trabaja en una empresa con algunas décadas, "ya se ha hecho otras veces, sin mayores resultados e insisten en lo mismo". A lo que él se refería era a la hora semanal que tenía que asistir todas las semanas, para recibir charlas de distintas personas, que trabajan en la misma empresa y que trataban de los temas más diversos: desde cultura organizacional, al valor de la amistad, pasando por deontología profesional.
Estas charlas, según me comentaba, habían comenzado llamándose "capacitaciones", quizá como una forma de "engañar al enemigo" y probar de esta forma que sí capacitaban a su personal, algo que no hacían hace años.
Luego pasaron a llamarse "charlas para fomentar la identidad de la empresa" y finalmente terminaron llamándose "charlas para difundir la cultura de nuestra empresa". Al final no interesaba el nombre, las charlas eran cada vez más impopulares, por lo que se creó malestar en el personal y comenzaron a ausentarse, a lo que la Dirección de Personal, que consideró estas ausencias como insubordinación, reaccionó con varios memos de llamada de atención, amenazando con sanciones a los que no asistían, lo cual por supuesto, incrementó el malestar y deterioró aún más el clima laboral.
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La empresa no tenía la más mínima idea de que ellos podían ser quienes estaban actuando mal, no solo por aquello de "locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando hallar resultados diferentes" (frase atribuida falsamente a Einstein), esto es repetir una y otra vez rituales que no habían dado ningún resultado satisfactorio; sino porque la Cultura de una organización no se enseña: se vive, como ya ha sido demostrado por muchos autores, en varias investigaciones, entre ellas la de Schreyo (1992), "la cultura corporativa se transmite predominantemente por un proceso de socialización y no se aprende a propósito. Por lo tanto no se logra simplemente por una decisión de la Gerencia".
Las empresas pueden traer a los mejores expositores, contratar su mejor profesor, preparar el mejor material, pero eso no transmitirá su cultura a sus trabajadores, solo los hará aprenderse de memoria (en el mejor de los casos), alguna que otra información, que difícilmente pondrán en práctica.
¿Y cómo hacemos que nuestros trabajadores vivan la cultura de nuestra empresa?
En primer lugar debemos conocer cómo está nuestra cultura, cuánto y cómo se ha difundido, qué saben nuestros empleados de ella. En el caso de la empresa de la que hablamos, nunca se había aplicado un diagnóstico cultural, lo cual explica por qué los directivos se encontraban tan perdidos, en esos temas.
Lo peor es que si ellos no lo tenían claro ¿qué cultura es la que estaban transmitiendo entonces? . Esto explica también el creciente malestar el personal y por qué ellos lo consideraban una pérdida de tiempo.
Luego de conocer la cultura, hay que transmitirla a través de acciones concretas como pueden ser rituales, diseño de espacios físicos, sistemas de premios y reconocimiento, declaraciones formales de la filosofía corporativa, acciones diarias, y hasta capacitaciones especiales tipo inmersión.
Aunque cada empresa debe escoger la mejor forma de hacerlo, de acuerdo a su realidad, existen una gran cantidad de casos exitosos, de empresas con culturas formidables (según las revistas Forbes y Bussiness Insider), que pueden servir de guía:  Warby Parker, Zappos, Edelman, Adobe, Netflix, Twitter, Facebook, y por supuesto las viejas conocidas nuestras como Apple, Starbucks, Gooogle, y Disney.
En nuestro país también existen algunos ejemplos (la profesora Rosario Sheen menciona en un estudio a Renzo Costa, Heladería Holanda y J&V Resguardo), pero una gran mayoría todavía tiene que descubrir cómo es su propia cultura organizacional.
Ojalá estén aún a tiempo.

viernes, 27 de octubre de 2017

La Destrucción de una Cultura Organizacional

Entre los directivos de algunas empresas persiste todavía la mala costumbre, cuando les toca reemplazar a otros, de deshacerse completamente de todas las cosas que hizo su antecesor, especialmente si estuvo en la más alta posición.
Esto podría ser beneficioso, solo si la gestión anterior habría sido 100% desastrosa, y seamos sinceros, ningún directivo puede ser tan malo como para dirigir una empresa totalmente mal.
Cuando se llega con esos planteamientos de tabula rasa lo que ocurre generalmente es que algunas cosas se corrigen, pero una gran parte de otras se descontinúa, dando la sensación de que con esos cambios la organización no avanza, sino retrocede.
Uno de los aspectos que más se ve afectado con este tipo de acciones, es la Cultura Organizacional, que es un importante activo intangible de la empresa, cuya más mínima variación puede acarrear consecuencias y problemas difíciles de solucionar en una organización.
No queremos decir con esto que la cultura organizacional debe permanecer siempre inmutable, hay casos en los que definitivamente debería cambiarse, especialmente si atenta contra el desarrollo de la empresa. Pero, en la mayor parte de las veces, la cultura organizacional no debería ser tocada, no al menos sin que antes se haya efectuado un buen diagnóstico.
Fanáticos contra la cultura
En los últimos días hemos sido testigos de algunas organizaciones de mi país en las que un simple cambio horario, de incremento de restricciones, de traslado o suspensión de rituales corporativos o cambio de discurso de los directivos, ha ido desmantelando sistemáticamente la cultura de estas empresas, dejando entre los miembros de la misma, sensaciones de desconcierto primero, pasando luego por el descontento, la disminución de la identificación y finalmente la sensación de una pérdida de rumbo, de no saber a dónde ir.
Lo peor de todo es que muchos de estos directivos, ni siquiera eran conscientes de lo que estaban haciendo, carentes por completo de una visión sistémica, muchos de ellos creían que estaban solucionando algunas cosas, cuando en realidad lo que estaban haciendo era socavar las bases de su propia organización.
¿Se imaginan que sería de Starbucks si mañana su próximo CEO decidiera que la Atención al Cliente ya no va a ser lo más distintivo de su cultura, sino los precios bajos? ¿O qué habría sido de Apple si Steve Jobs habría cedido a las voces que le pedían que fabricara productos masivos en lugar de los productos exclusivos que aún hoy marcan tendencia en el mundo de la tecnología? ¿O de Disney, si sus actuales directivos hubieran dejado de “prestar exagerada atención a los detalles”, como dicen sus manuales de inducción inspirados en el fundador?

Una empresa que dinamita su propia cultura organizacional, es una empresa, que no tiene la menor idea de lo que se trata tener una, y por eso no la cuida, ni le presta atención y sus colaboradores no la defienden.  Lamentablemente estos casos no son excepciones, existen todavía muchas empresas, que no tienen la menor idea de cómo es su cultura y por lo tanto siempre estarán expuestas a destruirla, y ni si darán cuenta de ello.

viernes, 31 de marzo de 2017

La importancia de un Día Diferente

Hasta hace algunos años no solía ser partidario de los días libres para celebrar aniversarios u otros acontecimientos relacionados con la empresa, me encontraba en el grueso número de los que creían que era una pérdida de tiempo o en el mejor de los casos una actividad sin mucho efecto en el personal o en el clima y la cultura organizacionales.
Pasado el tiempo hay que reconocer que estaba equivocado, estos "días diferentes" son una herramienta eficaz para mejorar la moral de los empleados y además sí tienen un efecto considerable (aunque no permanente), en la cultura y clima organizacional de la empresa.
Empecemos por los beneficios más obvios, un día diferente en el que se deja de trabajar (o los trabajadores se reúnen en un día de descanso), sirve para que los trabajadores se despojen del estrés, y vivan lo que se llama camaradería, esto es ver al compañero de trabajo, al superior o al subalterno, más como un compañero, o un amigo si se quiere, que simplemente "alguien que trabaja conmigo", así se refuerzan vínculos ya existentes o se construyen nuevos, entre los colaboradores.
Sirve también para conocer a los nuevos miembros de la empresa, muchas veces es en actividades de este tipo, cuando recién se tiene la oportunidad de conocer al personal que ha ingresado a trabajar, sobre todo en empresas que han crecido rápidamente en los últimos años.


Finalmente es también un reencontrarse con personas que por diversos motivos habían dejado de verse o frecuentarse después de mucho tiempo.
Los vínculos que es construyen y se reconstruyen en este tipo de actividades suelen permanecer muchos días después de celebrado el "día diferente".
Pero los efectos suelen ir más allá de lo visible. Este tipo de actividades son por ejemplo una gran oportunidad para construir, reconstruir o cambiar la cultura de la organización, pues son en momentos como esos, cuando los colaboradores están más dispuestos a entender o asumir los cambios en una organización.

PELIGROS
Sin embargo no hay que abusar de estos momentos. Deben estar correctamente planificados y justificados. Un evento realizado sin justificación puede despertar sospechas entre los colaboradores, pues no es tan difícil darse cuenta cuando se hace una reunión para celebrar y cuándo con otros intereses.
En este último caso los efectos pueden ser totalmente contrarios a los que se estaban esperando y pueden dar pie a todo tipo de rumores y comentarios ( "¿qué querrán de nosotros?" "¿Cuánto se habrán gastado en esta fiesta?" "¿Por qué mejor no usaron ese dinero en darnos un bono?" ), acciones que en los tiempos de las redes sociales pueden llegar a convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
Por otro lado hay que cuidar también no caer en excesos. Dar rienda libre a bebidas alcohólicas pueden ocasionar que se falte el respeto a directivos, que renazcan viejas rivalidades entre empleados y terminen en grescas, o que un simple baile termine en romance.
En resumen esos días diferentes son muy necesarios, pero como toda actividad de las empresas tiene que ser cuidadosamente planificada.